Mucho se ha hablado sobre el peso con el que cargan las mujeres a la hora de hacer planeación familiar, pues la mayor parte de los métodos anticonceptivos son femeninos, exponiendo a sus cuerpos a recibir cantidades inimaginables de hormonas ya sea con las pastillas diarias o con las píldoras de emergencia. Las especulaciones en torno a los medicamentos anticonceptivos masculinos empezaron hace años pero solo se quedaban en eso; especulaciones.
A mediados del año pasado empezó a anunciarse la posibilidad de sacar a la venta un medicamento similar a las pastillas anticonceptivas que las mujeres consumen, pero masculino tras lo cual finalmente se confirmó que para 2015 saldría a la venta.
Pero ¿De dónde viene la efectividad de este medicamento? Su efecto anticonceptivo viene de un arbusto llamado Justicia Gendarussa, que tiene su origen en India, en la isla de Papúa, en donde las hojas de este magnífico arbusto se han utilizado para el tratamiento del reumatismo, el asma y los cólicos de los niños, siendo también uno de sus usos principales la prevención de embarazos no deseados. Así pues en Indonesia empezaron las investigaciones y experimentos con un concentrado de esta planta para convertirla en el medicamento que puede revolucionar la manera en la que se lleva a cabo la educación sexual y la planificación familiar.
El efecto de esta planta es una especie de vasectomía reversible con la cual, por provenir de una planta se espera que tenga efectos menos negativos en la salud del consumidor de las que tiene hoy en día el tratamiento anticonceptivo hormonal para las mujeres, pues después de consumir durante mucho tiempo las pastillas anticonceptivas, la mujer puede quedar estéril, así también al utilizar regularmente la píldora de emergencia (algo poco recomendado) puede dañar permanentemente el útero. Además puede ser la solución a la negativa de muchos hombres a colocarse un preservativo, afirmando que “no se siente igual”. Las estadísticas nos indican que 1 de cada 4 adolescentes no utiliza anticonceptivos en su primer encuentro sexual, y, cuando esta situación no trae consecuencias, da lugar a que los jóvenes mantengan una vida sexual activa sin ninguna protección anticonceptiva.
Las prácticas de salud reproductiva recaen sobre la mujer prácticamente en todo el mundo, así como en muchas ocasiones la responsabilidad que deviene de no hacerlo correctamente, es por esto que la píldora de anticoncepción masculina propondría el inicio de un cambio de paradigma sobre los roles que cada género debe cumplir; ahora teniendo el hombre la opción de tener relaciones sexuales sin el riesgo de pasar por un embarazo no deseado, los ojos voltean hacia la transmisión de enfermedades sexuales, pues si antes los condones y los diafragmas eran utilizados para impedir el embarazo, con la posibilidad de reproducción extinta, las relaciones sexuales no protegidas reinarán.