Dejemos de criticarnos
Este es quizás el punto más importante. Si nos decimos a nosotros mismos que pase lo que pase estamos bien y valemos podemos cambiar con facilidad nuestra vida. Pero si nos decimos que estamos mal, nos resultará enormemente difícil lograrlo. Todos cambiamos. Cada día es un nuevo día y hacemos las cosas de manera algo diferente a como lo hicimos el día anterior. Nuestra capacidad para adaptarnos y avanzar con el proceso de la vida es nuestro poder. En cierta manera todos nos sentimos inseguros, porque somos humanos. Aprendemos a no pretender que somos perfectos. La necesidad de ser perfectos sólo nos crea una enorme presión, y nos impide ver los aspectos de nuestra vida que necesitan curación. En lugar de eso podríamos descubrir nuestras aptitudes creativas, nuestra individualidad, y valorarnos por esas cualidades que nos distinguen de los demás. Cada uno de nosotros tiene un papel único que desempeñar en la Tierra, papel que oscurecemos al criticarnos.
Dejemos de asustarnos
Muchos de nosotros nos llenamos de miedo con pensamientos aterradores, logrando con ellos hacer las situaciones peores de lo que son. Hacemos un pequeño problema y lo transformamos en un monstruo gigantesco. En una forma terrible de vivir, siempre a la espera de que ocurra lo peor en nuestra vida. ¿Cuántos de ustedes se van a la cama por la noche imaginándose el peor de los guiones posibles para un problema? Eso es lo mismo que hace un niño pequeño cuando se imagina que hay monstruos debajo de la cama y se asusta por ello. Si haces esto, no es raro entonces que no puedas dormir. Cuando eras pequeño necesitabas que tu madre o tu padre vinieran a tranquilizarte. Ahora que eres adulto sabes que tienes la capacidad de tranquilizarte a ti mismo. Busca la imagen de algo con lo que verdaderamente te gustaría reemplazarlos. Podría ser un hermoso paisaje, una puesta de sol, flores, algún deporte, o cualquier cosa que te guste.
Seamos amables, cariñosos y pacientes con nosotros mismos.
Queremos que todo suceda enseguida. No tenemos paciencia para esperar nada. Nos irritamos si tenemos que esperar en una cola o si estamos atascados en un embotellamiento. Queremos todas las respuestas y todos los bienes ahora mismo, ya. Con muchísima frecuencia hacemos desgraciadas a otras personas con nuestra impaciencia. La impaciencia es una resistencia a aprender, deseamos tener las respuestas sin aprender la lección o sin dar los pasos necesarios.
Por lo general somos nuestros peores jueces, sin darnos cuenta que somos seres humanos imperfectos por lo cual podemos equivocarnos, pero lo importante de esto es que aprendamos la lección, para seguir adelante y no estancarnos en una vida llena de dolor, incertidumbre, desamor, etc.
Y preguntándonos ¿por que ami? en lugar de ¿para que a mi?